Familia

Cómo mantener una buena relación con los hijos hasta la vejez.

Por un lado, el amor de los padres es ilimitado, y por otro, los hijos crecen y se alejan, formando su propia vida. Algunas relaciones se fortalecen con el tiempo, mientras que otras a menudo enfrentan malentendidos y rupturas.

¿Cómo mantener relaciones cálidas y de confianza a lo largo de los años? Basándonos en investigaciones y experiencia práctica, hablemos de algunos principios clave que ayudarán a mantener estos lazos fuertes hasta la vejez.

1. Respetar las fronteras personales

Los niños crecen y necesitan espacio para desarrollarse de manera independiente. Como escribe la psicóloga Susan Napper: «Los adolescentes necesitan libertad para explorar el mundo sin la supervisión de los padres». No presiones; déjalos y permíteles crecer en su propio ritmo.

Cada persona es única, y esto también se aplica a los niños. Respetar y apoyar su individualidad les ayuda a sentirse valorados y comprendidos. Las diferencias deben aceptarse y percibirse como algo natural.

Por ejemplo, si un niño muestra interés en el arte, aunque los padres prefieran que elija una profesión más «práctica», es importante apoyar sus pasiones y la motivación de esta pequeña personalidad, y no interferir. Al fin y al cabo, el niño no está obligado a cumplir con tus expectativas.

2. Saber vivir para uno mismo

Identificarse con el rol de padre es importante, pero también es fundamental recordar tu propia individualidad. Dedica tiempo a tus propios intereses y necesidades para ser feliz y equilibrado por ti mismo. No conviertas a tu hijo en tu salvador del aburrimiento o la falta de propósito en la vida, etc.

La vida de los padres no debe girar exclusivamente en torno a los hijos. Conserva tus propios intereses y aficiones. Las pasiones ayudan a la autorrealización y a la salud mental, lo que se refleja en todas las áreas de las relaciones familiares.

3. Aprender a decir que no

Es crucial aprender a decir «no». La constante satisfacción de las demandas de los hijos lleva a la sobrecarga y la pérdida de libertad personal. Establecer límites saludables fomenta el respeto y el equilibrio en las relaciones.

Por ejemplo, si un padre siente que no puede cumplir con la solicitud de su hijo debido a obligaciones personales o tiempo limitado, es importante ser honesto al respecto y ofrecer una alternativa.

Los límites saludables incluyen la capacidad de decir «no» a demandas excesivas, incluso de hijos adultos. La psicóloga Linda Bloor recomienda: «No sacrifiques tus propias necesidades, de lo contrario, surgirán resentimientos y tensiones en la relación».

4. Mostrar empatía y comprensión

La comprensión juega un papel clave en el fortalecimiento de las relaciones con los hijos. Es importante escuchar el punto de vista de los niños, incluso si parece incomprensible o no coincide con el tuyo.

Intenta ver el mundo a través de los ojos de tus hijos. Trata de comprender sus preocupaciones, miedos y aspiraciones. Recuerda cómo te sentías a su edad. La empatía y la aceptación incondicional refuerzan los lazos familiares. La empatía es un puente hacia el entendimiento mutuo.

5. No juzgar

La comunicación abierta y de confianza es la piedra angular de las relaciones saludables. Es esencial crear un ambiente en el que los niños se sientan cómodos compartiendo sus pensamientos y sentimientos, sabiendo que no serán juzgados.

En lugar de decir: «Siempre te olvidas de tus deberes», un padre podría decir: «He notado que últimamente te cuesta cumplir con tus tareas. ¿Te gustaría hablar al respecto?».

6. Encontrar intereses comunes

Las pasiones compartidas ayudan a mantener la cercanía entre generaciones. Viajen juntos, asistan a conciertos, practiquen deporte. El filósofo inglés Bertrand Russell dijo una vez: «Los vínculos humanos son fuertes cuando hay una actividad conjunta que une a las personas».

En el mundo moderno, lleno de diversas responsabilidades, encontrar tiempo para actividades conjuntas puede ser difícil, y todos lo entendemos. Sin embargo, este tiempo juega un papel crucial en la relación entre padres e hijos. Pasar tiempo de calidad juntos ayuda a comprenderse mejor y crea recuerdos valiosos.

7. No presionar

Uno de los aspectos clave para mantener relaciones saludables con los hijos es evitar la presión y el control excesivo. Los hijos necesitan libertad para expresarse y desarrollarse. La presión constante por parte de los padres puede llevar a conflictos y distancia en la relación.

Los hijos adultos necesitan independencia. La presión y la crítica solo los alejan. Dale a tus hijos espacio para cometer errores y crecer como individuos.

8. Aceptar errores

La paternidad es un camino complicado en el que los errores son inevitables. Es fundamental reconocer tus errores y aprender de ellos. Los hijos, al ver que sus padres también son humanos y pueden cometer errores, aprenden a aceptar sus propios errores con facilidad.

9. Desarrollar confianza

La comunicación abierta es clave para la confianza entre generaciones. Hablen sobre temas que les preocupan, compartan sus experiencias, pero también escuchen a los niños. Según el terapeuta George Sachs: «La comunicación se convierte en algo más profundo que simples charlas banales si aprendes a escuchar de verdad».

10. Ayudar, pero no sobreproteger

Sin duda, los hijos adultos necesitan el apoyo de los padres. Pero es importante conocer la diferencia entre ayudar y sobreproteger. Los consejos constantes y las críticas socavan su independencia. Es mejor ofrecer una guía sabia que los empuje hacia decisiones independientes.

El conocido psicoterapeuta alemán Frederik Perls enfatizó la importancia de dar a los hijos la libertad para crecer como individuos y ser autosuficientes.

Según él, las relaciones saludables entre padres e hijos requieren que los padres sepan dejar ir a sus hijos, dándoles la posibilidad de «madurar» y encontrar su camino en la vida.

Todo porque el apego y la protección son ilimitados solo en las primeras etapas de la infancia. Y con el tiempo, los padres necesitan aprender a relajar los lazos emocionales, evitando el control excesivo y la presión sobre los hijos.

Solo entonces, los hijos que están creciendo podrán desarrollar independencia y la capacidad de tomar decisiones por sí mismos. Por lo tanto, la clave para relaciones armoniosas y duraderas reside en la disposición de los padres para soltar a sus hijos adultos, permitiéndoles ir por su propio camino.

En conclusión, es importante señalar que las relaciones son un trabajo constante para equilibrar el cuidado con la independencia. El respeto mutuo, la confianza, la empatía y los intereses comunes crean una base sólida para mantener vínculos cercanos entre padres e hijos durante muchos años.

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