Cómo la lectura cambia el cerebro: descubrimiento de los científicos
¿Qué significa la disminución en la popularidad de la lectura para el ser humano como especie? ¿Podrían nuestras preferencias por los videos en lugar del texto cambiar la estructura del cerebro o incluso nuestra evolución? Un reciente estudio arroja luz sobre estas preguntas, demostrando cómo la lectura está relacionada con la anatomía del cerebro.
Analizando datos de más de mil participantes, los investigadores descubrieron que las habilidades de lectura están correlacionadas con las características de la estructura del cerebro, especialmente en dos áreas clave del hemisferio izquierdo, responsables del lenguaje.
Una de ellas es la parte anterior del lóbulo temporal, llamada polo temporal izquierdo. Esta zona ayuda a unificar y clasificar diferentes tipos de información. Por ejemplo, para comprender la palabra «pierna», el cerebro conecta imágenes visuales, sensoriales y motoras, es decir, recrea mentalmente cómo se ve, se siente y se mueve una pierna.
Otra área es la circunvolución de Heschl, parte del lóbulo temporal del cerebro. Contiene la corteza auditiva y está involucrada en la percepción de sonidos. El estudio mostró que en las personas que leen mucho, la parte anterior del lóbulo temporal en el hemisferio izquierdo es significativamente más grande que en el derecho. Esto es lógico: cuanto mayor es la zona del cerebro que se ocupa del procesamiento semántico del texto, más fácil es entender las palabras y leer.
Sin embargo, la relación entre la corteza auditiva y la lectura puede parecer menos evidente. ¿No es acaso la lectura una habilidad principalmente visual? En realidad, para vincular las letras con los sonidos del habla, es necesario tener una conciencia de los sonidos del lenguaje. Esta es la llamada conciencia fonológica, que es un paso importante en el desarrollo de la lectura en los niños.
La delgadez de la circunvolución de Heschl en el lado izquierdo se había relacionado anteriormente con la dislexia, un desorden que provoca serias dificultades para leer. Sin embargo, la nueva investigación mostró que esta conexión es más compleja. En personas con mejores habilidades de lectura, la circunvolución de Heschl en el hemisferio izquierdo era más gruesa, lo cual estaba correlacionado con su capacidad para realizar tareas lingüísticas.
Vale la pena señalar que la anatomía del cerebro es plástica y puede cambiar bajo la influencia del aprendizaje. Por ejemplo, en los jóvenes que estudian intensamente un idioma, se incrementa el grosor de la corteza en las zonas lingüísticas. La lectura regular también ayuda a cambiar la estructura del cerebro, en particular, sus zonas temporales y la circunvolución de Heschl.

Estos datos plantean una pregunta importante: ¿cómo influye el cambio en los hábitos de lectura en nosotros como especie? Si la habilidad de leer pierde importancia, nuestras capacidades para interpretar el mundo que nos rodea y comprender a los demás podrían disminuir notablemente.
El hábito de pasar tiempo con un libro no es solo un placer personal, es una contribución al potencial evolutivo de toda la humanidad. La lectura enriquece no solo al individuo, sino a toda la sociedad, estimulando el cerebro, desarrollando la empatía y fortaleciendo nuestra capacidad de comunicación. Cada libro leído es un paso hacia una vida más desarrollada y significativa.