4 matices para preparar una tortilla esponjosa sin horno ni harina. +1 ingrediente especial para que el plato no se hunda…
¿Acaso se necesitan trucos especiales para preparar una omelette? Después de todo, ¿qué tan difícil puede ser romper huevos, añadir leche, batir y freír? Pero, como resulta ser, sí hay algunos secretos.
Son muy simples y a primera vista evidentes, pero gracias a estos pequeños trucos, la omelette se torna esponjosa, aireada y muy sabrosa.
Estudiemos juntos estos útiles matices.
Detalle Nº1. Medir la cantidad de leche con las cáscaras de huevo
El secreto de una buena omelette radica en la proporción correcta de los ingredientes: huevos y leche.
Los chefs experimentados aconsejan usar 50 ml de leche por huevo, o lo que es lo mismo, 1,5 cucharadas.
Pero todos sabemos que los huevos de gallina varían en tamaño, y este detalle es muy importante.
La forma más sencilla de no equivocarse con las proporciones es medir la leche en la mitad de una cáscara de huevo. Esa cantidad de líquido es la que se necesita para una omelette de un huevo.
Vale la pena señalar que aunque esta proporción se considera la más correcta, algunas personas prefieren añadir más leche. Por lo tanto, puedes usar el truco de la cáscara o guiarte por tus propias preferencias de sabor.
¿Cómo prepararlo? Rompe la cantidad necesaria de huevos en un tazón profundo. Mide el volumen de leche con la mitad de la cáscara y añádela a los huevos.
Así no te equivocarás, y la omelette no quedará líquida.
Detalle Nº2. Usamos un ingrediente secreto: almidón
Muchos cocineros consideran que la omelette con harina no es «auténtica». Bueno, eso es cuestión de gustos. Pero si deseas preparar una omelette «correcta» sin harina, simplemente reemplázala con almidón.
La harina realmente pesa el plato, se asienta rápidamente en la sartén, convirtiéndose en una tortilla de huevo. El almidón, en cambio, es conocido por su capacidad para hacer que los productos de repostería sean esponjosos, ligeros y aireados.
Además, está libre de gluten, une con éxito los ingredientes y no hace que el producto sea demasiado denso. Sin embargo, le da a la mezcla de huevo y leche una estabilidad. Así, la omelette no se asentará y tendrá un aspecto apetitoso.
¿Cuánto añadir? Se necesita muy poco almidón. Literalmente, una pizca para 2 huevos medianos. Usualmente, preparo una omelette con 3 huevos, y para esa cantidad añado 0,5 cucharaditas de almidón.
Detalle Nº3. Dejamos el batidor de lado — es mejor mezclarla con un tenedor
No todos saben que la omelette debe mezclarse, no batirse.
Antes también cometía este error, tratando de batir vigorosamente la mezcla de huevo. La omelette realmente subía rápidamente en la sartén, pero después también se asentaba rápidamente.
Fue así hasta el momento en que aprendí sobre los matices de mezclar la masa para omelette. Resulta que los huevos y la leche simplemente necesitan ser agitados con un tenedor común.
Durante la preparación, la omelette subirá en la sartén y después de enfriarse permanecerá igual de voluminosa y estable.
Consejo: si quieres obtener una omelette más delicada y dietética, mezcla la leche con agua en proporción 1:1.
Esto no solo afectará el contenido calórico, sino también la esponjosidad. La omelette crece y mantiene el volumen gracias a la proteína que tienen los huevos. Pero la leche también tiene mucha proteína, y como se sabe, el exceso de ella no contribuye a la esponjosidad.
La omelette resultará pesada, no mantendrá bien su forma y se asentará fácilmente.
Detalle Nº4. Para obtener una omelette esponjosa, cúbrela con una tapa
La omelette más esponjosa sale del horno, piensan muchos cocineros.
Sin embargo, también en la sartén se puede preparar un plato voluminoso y apetitoso. Lo principal es conocer un secreto.
Se considera que la omelette «auténtica» si se fríe en una sartén, no se tapa con una tapa. Eso no es del todo cierto. Mi abuela me compartió un día, hace mucho, la receta de una rápida omelette frita pero esponjosa. La uso hasta el día de hoy:
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Caliento la sartén a fuego fuerte. Vierto en ella la mezcla de huevos, leche y almidón.
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La cubro necesariamente con una tapa. Bien ajustada, para que no haya huecos.
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Cocino a fuego mínimo. Para que la omelette no se fría, sino que se cueza lentamente.
Si pruebas preparar la omelette con esta receta, verás cómo crece de tamaño literalmente ante tus ojos. La razón de esto reside en la temperatura.
Cuando se calienta intensamente, ocurre la reacción de Maillard, de la que todo chef experimentado ha oído. Gracias a ella, los productos fritos adquieren una costra dorada, un aroma intenso y un aspecto apetitoso.
Pero al preparar la omelette, esa estrategia es fatal: se tornará delgada y demasiado densa. Esto sucede por la coagulación de las proteínas.
Prevenir esta reacción es posible con un calentamiento mínimo. A bajas temperaturas, la mezcla de omelette se cuece y aumenta en volumen. La omelette resulta esponjosa, ligera. Y el ingrediente secreto, el almidón, evita que se asiente.
Otro consejo. Permite no quemar la omelette.
Cuando la parte inferior se haya dorado y la superior esté apenas sólida, dobla la omelette por la mitad. Esto se puede hacer con una espátula. Así, el plato quedará bonito, dorado por ambos lados y muy tierno en el medio.
El nombre correcto de este tipo de omelette es omelette Puylar. Tiene una textura suave que recuerda a un soufflé. ¡No dejes de probarlo!
Los amantes de los experimentos pueden añadir al centro queso rallado, hierbas picadas o un trozo de mantequilla. Así, la omelette será aún más sustanciosa.