¿Por qué es peligroso vivir solo para los hijos y cómo prepararse para la vejez para no quedarse solo?
«¡Ponte el gorro!» – decía mi abuela. «¿Por qué no te terminaste la comida?», – repetía mi mamá. Siempre se preocupaban por nosotros. Cálidas, insistentes, un poco cansadas. El cuidado de mi abuela me parecía invasivo, incluso molesto, provocaba mi irritación.
Y solo ahora entiendo que detrás de esa preocupación suya se ocultaba no solo amor. Había algo más importante allí – el miedo a sentirse innecesaria.
Hoy, cuando mi hija se ha vuelto adulta, recuerdo cada vez más a mi abuela. Me sorprendo a mí misma repitiendo sus frases, aquellas que me irritaban en mi infancia.
Y entiendo que cuando los hijos crecen, las abuelas, las mamás no saben a dónde dirigir ese cuidado tan habitual para ellas, a dónde dirigir el repentino tiempo libre que les surge. Y si no encuentran nuevas actividades, amigos o comunicación interesantes, entonces surge el sentimiento de soledad y resentimiento hacia los hijos adultos.
Cuidado, ansiedad y soledad
Las mujeres tienen muchos roles sociales: somos hijas, madres, esposas, colegas, amigas. Con el nacimiento de los hijos, nuestros intereses, tiempo, deseos, salud pasan a un segundo plano. Todo por los hijos. Y parece correcto, así nos educaron.
Y luego este modelo de vida se convierte en una trampa. Las mujeres se adaptan a vivir en un modo de cuidado constante: alimentar a todos, revisar las tareas, planificar las vacaciones. Nos acostumbramos tanto a esto que empezamos a vivir en función de los intereses de los demás, olvidándonos de nosotras mismas. Y cuando llega el tiempo de la madurez, nos encontramos sin amigos, sin intereses, sin entender quiénes somos sin nuestros seres queridos.
Hay que prepararse para la vejez
Prepararse para la vejez significa empezar a dejar ir a tus hijos a tiempo. No en el sentido de alejarse de la familia, sino aprender a compartir responsabilidades. Y la adolescencia de los hijos es el periodo más adecuado para esto. Los hijos crecen y, si no les permitimos cuidar de sí mismos, no aprenderán a vivir sin una vigilancia y ayuda constantes.
Es importante comenzar a ampliar nuestro círculo de intereses: interesarse por algo fuera de la familia, encontrar nuevas aficiones, conocer a otras personas. No es solo una actividad placentera – es cuidar de nuestro futuro. Es una oportunidad para evitar la soledad y la ansiedad que a menudo acompañan a la vejez.
Es un cambio gradual de la función de “todo para todos” a “tiempo para mí”. Cuanto antes lo entendamos, más fácil nos resultará aceptar la edad y encontrar en ella ventajas y beneficios.
Equilibrio y «egoísmo saludable»
Rara vez nos enseñan a hacernos preguntas como: “¿Qué quiero yo?”, “¿Qué hice para mí hoy?”. Y eso es muy importante para valorarnos, respetarnos y sentirnos bien. Cuando una mujer se olvida de sí misma, pierde su identidad.
Una vejez feliz no solo está en ser necesaria. También está en disfrutar, en tener ganas de vivir. Viajar, tener hobbies, aprender cosas nuevas – son inversiones en uno mismo que rinden frutos incluso cuando todo cambia a nuestro alrededor.
El equilibrio con los hijos es especialmente importante. Una relación demasiado estrecha, una ayuda infinita les impide madurar, y a nosotros nos impide avanzar.
Hay que aprender a decir: “Estoy ocupada este día”, “Tengo mis planes”. Así, los hijos aprenderán a respetarte como individuo. Y no asumirán que siempre puedes ayudar porque no tienes intereses propios. Esto no es una traición, es – respeto a uno mismo.
Sueños y metas
Envejece más rápido quien deja de soñar. Es un hecho. Las personas que tienen metas y sueños – son más activas, alegres, a menudo de buen humor. Incluso si tu sueño es plantar una nueva variedad de rosas en el jardín o visitar tu ciudad natal. Los sueños nos dan la fuerza para vivir.
Es importante no solo soñar, sino también planificar. Que sean metas sencillas: empezar a hacer ejercicio, aprender a cocinar un nuevo plato, leer a Nabokov, hacer un curso en línea. Las personas necesitan perspectivas – eso es lo que da sentido a cada nuevo día.
Además, no olvides “recoger” nuevas experiencias. Un nuevo parque, un café delicioso, una buena película, fotos de momentos felices – todo esto levanta el ánimo, ayuda a mantenerse en forma y a sentirse “en el momento”.
¿Zona de confort o nuevos conocimientos?
Tememos lo nuevo, porque no queremos sentirnos ignorantes. Pues los hijos de hoy en día aprenden todo lo nuevo mucho más rápido. Pero es precisamente salir de lo familiar lo que nos permite sentirnos más jóvenes. Aprender nuevas funciones de tu teléfono, abrir redes sociales, ver una conferencia en YouTube, descargar un audiolibro.
Los hijos y los nietos no son enemigos, son aliados. Pídeles consejo, pídeles que te enseñen, admite que no sabes algo. Esto no te deshonra, te acerca. Y lo más importante: entrena el cerebro y mantiene el interés por la vida.
Nuevos conocimientos y habilidades forman conexiones neuronales en el cerebro que ralentizan el envejecimiento. Una nueva habilidad al mes y ya no estás envejeciendo, estás creciendo.
«La vejez es un nuevo capítulo. Solo que hay que escribirlo conscientemente»
La madurez y la vejez son nuevas etapas de la vida. Hay que prepararse para ellas: no solo financieramente, sino también emocional, intelectual y espiritualmente. Es un trabajo psicológico sobre uno mismo, una ampliación de intereses, confianza y transferencia de responsabilidad a los seres queridos.
Piénsalo: ¿con qué llenas tu día? ¿Cómo te cuidas a ti mismo? ¿Qué has hecho hoy solo para ti?
Estos pequeños pasos te ayudarán a construir un fundamento para el futuro, al que podrás aferrarte con confianza en cualquier momento de la vida.