Familia

Padres amorosos se van: cómo preservar su legado y seguir viviendo…

El tema es complicado. Y pesado. Todos hemos tenido alguna experiencia con la pérdida de seres queridos. O tal vez aún no.

La edad después de los 50 es precisamente la edad en la que nos despedimos de nuestros padres. Los ancianos se van, y tú mismo te vuelves anciano.

Huérfano, y ya no hay nadie que te llame hijo. Es una especie de injusticia: te quieren y, de repente, se han ido. Pero… una persona puede morir lentamente, pero se irá de manera inesperada de todos modos.

Luego vendrá el vacío. Un vacío que hay que llenar. Y será una gran suerte si encuentras a alguien que lo llene.

O quizás no ocurra así. Pero hay que llenarlo. Porque en el vacío se mete algo sin preguntar. O algo que tú eliges.

Anoche me enteré de que falleció una anciana. Del edificio vecino. La conocía poco, su hijo estudió en la misma escuela que yo, dos años mayor. Mi madre hablaba con ella porque ambas se graduaron de la misma universidad. Y solían hablar.

Yo realmente no hablaba mucho con ella, y con su hijo no nos veíamos hace mucho tiempo.

Pero al encontrarnos, nos reconocimos mutuamente. Salía de su edificio, y él pasaba por ahí. Él me reconoció.

Fue él quien me contó que su madre había fallecido.

Conversamos un poco, me habló de su madre, de cómo la encontraron y en general, él necesitaba hablar:

– Mi madre, en su último día, fue al mercado, cocinó una sopa de pollo, comió y se acostó a descansar. Y se durmió para siempre. Su vecina tenía las llaves de su apartamento, igual que mi madre. Dos ancianas solitarias, vecinas en el rellano. Llaves por si acaso.

– La abuela María se encontró con mi madre en la calle. Conversaron y mi madre se fue a casa. Y la abuela María iba al policlínico para pedir una cita, luego al mercado. Dice que al subir, escucha que el gato maúlla en casa de mi madre.

– Bueno, maúlla y maúlla. Entró a su casa, pero aún así se escucha el maullido. Llama a mi madre. Mi madre no contesta. Fue a abrir la puerta, y allí estaba mi madre, ya fallecida.

Se fue. No más de una hora.

– Me llamó de inmediato, y yo vine enseguida.

– Ayer la enterramos.

Vaya, qué repentino todo.

Él continuó hablando:

– Sin embargo, mi madre estaba totalmente lúcida. Aunque tenía 82 años. Solía practicar marcha nórdica con las ancianas (la vi hacerlo varias veces), pero ese día no tenía entrenamiento.

– Hace unos dos años comencé a convencerla de que se mudara conmigo. Tengo un apartamento de cuatro habitaciones. Casa de campo. Mi esposa no estaba en contra.

– Y ella se negaba, decía que cuando dejara de razonar o estuviera muy deteriorada, la llevara a un asilo. Ni se me pasó por la cabeza; amo a mi madre. Siempre ha sido así; nunca le gustó cargar a nadie con ella.

– Papá falleció hace unos 10 años. También de forma repentina. Llegamos de la casa de campo, él iba cargando las bolsas con la cosecha. Entró a casa. Dejó las bolsas y cayó. Eso fue todo.

Ambos se fueron de repente. Creo que mi madre pensaba mucho en mudarse y no quería hacerlo.

– Al final, ella me liberó de preocupaciones… Tal vez esté mal decirlo, pero así fue. Porque igual había que decidir con la mudanza. Era fuerte, pero la vejez es la vejez.

Charlamos un poco más.

Caminaba pensando en esto: mi madre se fue hace tiempo. Mi padre hace 4 años. Él estuvo muy enfermo, pero estaba lúcido y no causó muchos problemas. Y luego murió de un día para otro.

¿Por qué algunos padres extraen fuerza de sus hijos durante años mientras están enfermos, y otros mueren de repente?

¿Hay un patrón? ¿Es posible que los padres que realmente aman dejen de aferrarse a la vida en algún momento y se vayan solo para no vivir a costa de sus hijos y sus vidas?

¿Y aquellos que enferman por años y complican la vida de sus hijos simplemente son cobardes?

Tengo un conocido médico. En una conversación me dijo que a veces hay ancianos que prohíben realizarles maniobras de reanimación.

Como dijo este médico, de todos modos las hacemos, pero a veces son inútiles porque el anciano no quiere vivir. Aunque lo comprende todo. No se pone histérico y uno ve que está bien cuidado.

A muchos ancianos les da vergüenza su impotencia.

Lo entiendo,
el padre de una buena amiga mía actuó así.

Mi amiga no tiene hijos. Tampoco familia, debido a la falta de hijos. Conocía a su esposo, se fue con otra, tuvo 3 hijos allí. Y ella decidió no cargar a nadie consigo y vivió como quiso.

Así que, ella y su padre vivieron juntos toda la vida. Su madre había fallecido hace mucho tiempo y su padre nunca se volvió a casar. Al llegar a los 80, y necesitaba dos visitas semanales de emergencia, él se fue por su cuenta. Mi amiga dijo que lo hizo por el gran amor que me tenía (a su hija). Ella sufrió mucho. Esto fue hace 7 años. Aún no ha podido volver a ser la misma.

Personalmente, no quiero cargar a mis hijos y nietos. Iré a un asilo. O tal vez organice uno propio. Y viviré allí.

El tema del amor de los padres por los hijos y el final de la vida es complicado. Además, es un tema que nos toca a todos.

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