Le importan más sus padres que nosotros con el niño…
Tengo 27 años, estoy casada hace más de 6 años, y he estado con mi esposo por casi 11 años. Él tiene 28. Su padre le dejó una pequeña habitación en un apartamento junto con una pariente problemática. No se había hecho una reforma en el apartamento en 30 años, y en más de una ocasión las baldosas del baño se nos cayeron de las paredes. Invertir demasiado era inútil ya que 3/4 del apartamento no eran nuestros, y la pariente se negaba a hacer una reforma cosmética a menos que fuera costosa y buena, exigiendo además que no pagará en absoluto. De lo contrario, decía, no hagan nada, no se atrevan a tocarlo, este no es su apartamento.
Vivimos en ese apartamento durante 5 años. La pariente nos robaba dinero y comida. Causaba conflictos. Su gato hacía sus necesidades por todas partes, el apartamento olía tanto que, incluso con las puertas cerradas, el olor llegaba hasta la escalera. Pero nos prohibían enseñarle al gato a usar la caja de arena, lo que provocaba discusiones. Aguanté estos maltratos durante 5 años. A veces, si discutíamos, mi esposo decía: «Una palabra más y te vas a casa de tu madre». Yo respondía: «Está bien, no hay problema. Eso es en las afueras de Moscú y no es un apartamento compartido, sino un apartamento limpio».
¿De dónde vino esta frase? El padre enseñó al hijo. Resulta que mi suegra es de un pequeño pueblo, y en varias ocasiones intentó casarse con un hombre rico, incluso fue a visitarlo durante las fiestas, y él le rentaba un apartamento para sus visitas. Pero no funcionaba. Luego conoció a mi suegro, que estaba destinado en su ciudad, y lo hizo casarse con ella. Pero no calculó bien y vivió 25 años con su esposo y dos hijos en un apartamento con una pariente problemática. Y mi suegro siempre amenazaba a su suegra con que la mandaría de vuelta con su madre. Pero yo vengo de otra familia, esas frases no me afectan. Además, tenía mi propio apartamento en buen estado, al cual mi esposo se negaba mudarse porque allí no sería el dueño.
Nuestras discusiones solían ocurrir después de que llamaban sus padres. Ellos le enseñaban que yo tenía que hacer las tareas del hogar, que no tenía derechos, etc. O le pedían dinero a mi esposo, a pesar de que siempre ganábamos mucho menos que ellos.
Todo lo caro que le regalábamos a mis suegros, ellos se lo daban de inmediato a su hijo menor, quien lo rompía, y luego nos pedían reemplazos. El menor nunca regalaba nada.
Después nos mudamos a mi apartamento, ya no podía vivir en ese horrible lugar con la pariente. Y todo empezó a mejorar. Mi esposo se volvió más tranquilo, desaparecieron las peleas y éramos felices. Creo que la razón es que sus padres ya no se presentaban sin invitación a desayunar, almorzar o cenar; su hermano ya no llegaba a las 3 de la madrugada a tocar la puerta.
Así que después de mudarnos decidimos finalmente tener un hijo.
Cuando di a luz, mi hija sufría de cólicos, y mi suegra manipulaba a mi esposo por teléfono, diciendo que no era cólico, que yo no alimentaba bien a la niña, que no tenía suficiente leche, que esa leche era de mala calidad y que yo era mala madre. Mi esposo se desquitaba conmigo. Empecé a quedarme sin leche.
En cuanto a mi esposo, se consiguió un segundo trabajo, recibió un ascenso en el principal, y me ayuda en casa (él se encarga completamente de la limpieza), con la hija (los fines de semana, de 7 a 8 de la mañana, él la entretiene para que yo pueda descansar, se asegura de hacer poco ruido para que yo pueda descansar), va a hacer las compras y cocina un par de veces a la semana.
Pero cuando llaman sus padres, está dispuesto a hacer cualquier cosa por ellos. Aunque para nosotras, su hija y yo, no sea conveniente. Entiendo que él está tratando de ganarse su amor, sus padres le han quitado todo y se lo han dado al hijo menor toda su vida. Pero mi esposo no entiende que no ganará nada, no recibirá su aprobación y reconocimiento. Más bien va a destruir nuestra familia.
¿Qué debo hacer? ¿Cómo puedo abrirle los ojos? ¿Cómo debo comportarme con él? Es un esposo y padre cariñoso, pero hasta el momento en que sus padres lo llaman y le exigen algo. Veo que para él todavía son más importantes sus padres que nosotras. No es una competición, lo entiendo, pero es muy difícil vivir así.