Adopté un perro a los 60 años y ocurrió algo sorprendente…
¿Alguna vez te has preguntado qué torbellino de emociones envuelve a una persona cuando un travieso perro irrumpe de nuevo en su hogar?
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Tuve la oportunidad de experimentar esto en carne propia, aunque antes no tenía dudas de que con los perros tenía una completa comprensión mutua. Pero, lamentablemente, tras el fallecimiento de mi última mascota querida, dediqué mucho tiempo al cuidado de mi esposo. No consideré en ese momento un nuevo cachorro, ya que no tenía fuerzas. Después de algunos años de soledad, la pérdida despertó en mí un nuevo impulso: quería volver a escuchar el sonido de las patas de un perro en el corredor.
Más allá de todos los viejos miedos
Recuerdo que cuando compartí esta idea con una amiga, ella frunció el ceño: “¿No te resultará difícil con un perro, especialmente ahora?” Sonreí: “Es difícil, sí. Pero sin un colita en casa, es aún más difícil”.
Buscando un amigo peludo
Cuando mi corazón ya ardía de impaciencia, comencé a buscar la raza adecuada. Podría parecer una tarea simple: durante mucho tiempo había estudiado las características de diferentes perros, pues llevaba años hablando con veterinarios y cinólogos. Sin embargo, quería encontrar un compañero que no fuera demasiado activo pero que al mismo tiempo fuera alegre.
Pregunté a un par de criadores conocidos (sí, todavía mantenía conexiones con viejos amigos): para ellos era importante si podría proporcionar el cuidado adecuado al perrito. Les aseguré que planeaba pensar en todo, tanto para mí como para la mascota.
¿De qué se trata?
El asunto es que después de los 60, todos tenemos particularidades de salud. Algunos tienen dolor de rodillas, otros tienen problemas de presión, y algunos están cansados del bullicio y prefieren la tranquilidad. Cuando un perro activo entra en casa, espera paseos y una interacción viva.
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Aquí yace una de las piedras ocultas: ¿está preparado un adulto mayor para tal cambio? Cuando estamos en el apogeo de nuestras fuerzas, nuevas responsabilidades parecen fáciles.
Pero después de los sesenta, uno debe considerar: ¿tendrá uno suficiente energía para los paseos diarios, los juegos, y el cuidado del perrito?
Gastos que no siempre se consideran
También vale la pena pensar en el bolsillo. Comida seca, veterinario, vacunas, tratamientos contra parásitos: todo esto requiere ciertos gastos.
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Hay bastantes marcas asequibles que tienen una composición decente. Lo importante es consultar con el veterinario, ya que así será más fácil determinar qué alimentos son adecuados para el perro según su salud. Por cierto, es necesario visitar al veterinario no solo por necesidad urgente, sino también para revisiones de rutina.
La delgada línea entre la soledad y la libertad
Permítanme ser honesta: me siento mucho más acogedora con un perro en casa. Sin embargo, la soledad puede invadir de vez en cuando, especialmente si la familia no está cerca. El perrito tiene sus propias rutinas, que requieren tu tiempo y atención. Sí, tiene el don de recordarnos que la vida sigue y que ofrece sorpresas.
¿Y si algo me sucede a mí?
Uno de los temas más sensibles es la perspectiva de que el dueño se vaya antes que su mascota. Nadie quiere pensar en esto, pero es mejor hablarlo con antelación, quién acogerá al perro en caso de circunstancias imprevistas. En mi opinión, este es el punto más delicado. Ya he encontrado una sobrina dispuesta a adoptar a mi amiga si me sucede algo.
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Algunas personas hacen acuerdos con amigos o refugios de caridad. Es importante discutir los detalles de antemano, ya que el perro no tiene la culpa de que no podamos vivir para siempre.
Mi experiencia — no es un veredicto
A veces, lees las historias de las personas y parece que a una edad madura no se puede tener un perro. De hecho, esto es posible si sientes internamente el calor de los cambios futuros. Estoy agradecida al destino por un perro leal. Él despierta en mí la emoción y no me deja quedarme quieta.
Un toque importante
Mucha gente me pregunta si me arrepiento de haber dado este paso. La respuesta es una: en absoluto. Sí, la responsabilidad ha vuelto a mí y una pequeña “carrera”, pero sonrío de nuevo cuando veo a mi amigo moviendo la cola con alegría. No se ha convertido en una carga, sino más bien en un motivo para levantarse temprano y moverse un poco más.
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Cada paseo es una pequeña fiesta, pues trae aire fresco y un poco de gimnasia. Tal vez incluso prolongue mi vida activa.
Epílogo
Si sientes el llamado del corazón, date una oportunidad de experimentar la alegría de la compañía de una mascota. Solo recuerda las finanzas, tu salud y la responsabilidad hacia el animal. Sería bueno encontrar con antelación un “aeródromo de emergencia” para el perro, en caso de que repentinamente no puedas cuidarlo. Este detalle a menudo se pasa por alto, y es un error, ya que la tranquilidad acerca del futuro de tu querido amigo vale mucho.