La temporada más adecuada: qué comer y cocinar en diciembre
Es esa época del año en la que nuestro cuerpo necesita especialmente apoyo. Vamos a descubrir qué alimentos se convertirán en verdaderos aliados para nuestra salud y buen humor en el primer mes del invierno.
Mandarinas: la alegría del sol
¿Qué sería de diciembre sin mandarinas? Estas esferas naranjas de felicidad aparecen en los estantes en el momento justo, cuando tanto nos falta el sol y las vitaminas. Las jugosas mandarinas abjasias y marroquíes nos deleitan con su sabor y aroma vibrantes, recordándonos las festividades que se aproximan. Contienen una cantidad récord de vitamina C, la cual fortalece el sistema inmunológico justo cuando más se necesita.
Diciembre es el punto álgido de la temporada de mandarinas. En esta época del año, los frutos alcanzan una madurez perfecta, se llenan de jugo dulce y adquieren ese aroma característico e irrepetible. Las mandarinas abjasias comienzan su viaje a los estantes a finales de noviembre, y para diciembre despliegan toda su plenitud de sabor. Es interesante saber que en diciembre las mandarinas contienen la máxima cantidad de nutrientes: además de vitamina C, tienen mucho potasio, calcio y antioxidantes. ¡Y los precios en este período son los más atractivos, ya que es, como dijimos, el pico de la temporada!
¿Sabías que las mandarinas son perfectas para ensaladas festivas? Prueba a preparar una ensalada vitamínica inusual: mezcla gajos de mandarina, hojas de rúcula, aguacate, gambas y piñones. Aliña con aceite de oliva, añade un poco de zumo de mandarina recién exprimido y una pizca de sal marina. Esta ensalada será un verdadero adorno para la mesa de invierno y brindará un impulso de energía.
Té de espino amarillo: el elixir de salud invernal
El brillante espino amarillo es un verdadero almacén de vitaminas. En diciembre, cuando el cuerpo necesita apoyo especial, esta baya milagrosa viene al rescate. ¡Contiene 10 veces más vitamina C que los limones! Y una infusión de espino amarillo te calentará incluso en la noche más fría.
Preparar este té es muy sencillo: machaca bayas de espino amarillo frescas o congeladas, añade miel, jengibre y vierte agua caliente. Puedes agregar una ramita de romero o tomillo para crear un verdadero bouquet invernal de sabores. Cinco minutos, ¡y tendrás en tus manos una taza con un antioxidante natural que ayudará a combatir la melancolía invernal y los resfriados!
También puedes usar mermelada de espino amarillo o espino amarillo triturado con azúcar. En ambos casos, será igual de sabroso y casi tan saludable como con las bayas frescas, aunque cabe tener en cuenta que estos productos contienen azúcar adicional.
Caqui: el milagro naranja del invierno
En diciembre, el dulce caqui aparece en los estantes como un verdadero regalo para los amantes de los sabores inusuales. Esta fruta es rica en potasio, que ayuda a que nuestro corazón funcione como un reloj, y también en betacarotenos que se convierten en vitamina A en nuestro organismo, protegiendo nuestra visión e inmunidad.
Y si te gusta experimentar, prepara un postre inusual con caqui: tritura la pulpa del caqui maduro en una licuadora, añade yogur natural de granja y miel. Si lo deseas, puedes adornar el postre con canela. Obtendrás un mousse suave que se puede servir con nueces o granola.
Caldo de pollo: el éxito del invierno
El caldo de pollo en diciembre es como una manta cálida en una noche fría. Nuestras abuelas sabían por qué había que prepararlo al primer indicio de resfriado, y la ciencia moderna confirma su sabiduría. El caldo de pollo contiene una serie de sustancias que apoyan la salud: aminoácidos, minerales y colágeno. La cisteína presente en el caldo tiene un efecto mucolítico, ayudando a diluir la flema y facilitar la respiración durante un resfriado. El glutamina refuerza las paredes intestinales, donde se encuentra la mayor parte de las células responsables de la inmunidad.
Los beneficios del caldo de pollo para la digestión son realmente sorprendentes. La gelatina que se forma al cocinar huesos y cartílagos de pollo crea una capa protectora en las paredes del estómago, ayudando con problemas digestivos como gastritis. El caldo es rico en electrolitos, que son especialmente importantes durante un resfriado, cuando el cuerpo pierde muchos líquidos. Y los minerales que contiene, como el zinc, magnesio y potasio, ayudan a mantener el equilibrio de agua y sal, y fortalecen el sistema inmunológico.
Para preparar el caldo ideal, es mejor elegir un pollo de granja de calidad, ya que tiene más nutrientes que el pollo de tienda. En una olla con el pollo, añade una cebolla pelada y una zanahoria entera para darle al caldo un color dorado y un sabor rico. Algunas granos de pimienta negra y una hoja de laurel crearán el aroma clásico. El secreto principal de un buen caldo es la cocción lenta: cocínalo a fuego muy bajo durante al menos hora y media, retirando la espuma ocasionalmente. Al final, añade hierbas frescas, como eneldo o perejil.
El clásico puede ser variado al gusto de cada uno. Añade jengibre cortado en rodajas finas y un tallo de hierba de limón para un toque asiático aromático. Huevos de codorniz suaves y fideos caseros harán el caldo más sustancioso. Raíz de apio dará un tono especial de picante, y guisantes verdes aportarán frescura y brillo. En invierno, este caldo se convierte en un verdadero salvavidas: calienta, nutre y ayuda al cuerpo a lidiar con las dolencias estacionales.
Lomo de cerdo al horno: el manjar invernal
En diciembre, cuando el cuerpo gasta más energía para mantenerse caliente, uno anhela especialmente platos sustanciosos y nutritivos. El lomo de cerdo al horno es una excelente opción para un almuerzo familiar o una cena festiva. Este plato calienta, nutre y ofrece un verdadero placer gastronómico.
Para un lomo perfecto, la marinada es crucial. Mezcla aceite de oliva, ajo picado, romero, tomillo y enebro. Frota la carne con sal y pimienta negra, luego úntala generosamente con la marinada. Déjala reposar toda la noche en el refrigerador para que la carne absorba los aromas. Antes de hornear, deja que el lomo alcance la temperatura ambiente. Ásalo a 180 grados, rociándolo con sus jugos de vez en cuando. El plato terminado debe descansar unos 15 minutos bajo un poco de papel aluminio, de modo que se mantenga jugoso y tierno.
En diciembre, nuestro cuerpo especialmente necesita productos de calidad. Es el momento perfecto para prestar más atención a los productos naturales de granja, cultivados con amor y cuidado.