Invaluables consejos de mi abuela que me salvaron más de una vez…
Todos dicen: «Las abuelas son la sabiduría de las generaciones». Bueno, claro, especialmente cuando cuentan historias de cómo antes hacían jabón de todo lo que tenían a mano y andaban en zuecos durante el frío. Pero, debo admitirlo, algunos consejos de mi abuela resultaron ser verdaderos salvavidas en mis desafíos cotidianos. Los comparto con ustedes, ¡quizá les sean útiles también!
1. «¿Mal humor? ¡Limpia el piso!»
¡No, en serio! Antes pensaba que era solo una astuta técnica para hacer que limpiara. Pero resultó que funciona. Cuando me siento angustiada, tomo un cubo, un paño y empiezo a fregar el suelo con tal entusiasmo como si mi karma dependiera de ello, y… ¡zas! El mundo ya no parece tan terrible.
Además, la limpieza a tu alrededor equivale a orden en tu mente. La abuela sabía de psicoterapia, solo que la llamaba “limpieza”.
2. «La sal es la clave de todo»
Mi abuela usaba sal no solo en la sopa, sino en todas las situaciones de la vida. ¿Y saben qué? Eso realmente funciona:
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La sal salva la ropa de las manchas (por ejemplo, grasa fresca o vino).
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La sal elimina el mal olor de los zapatos (si se espolvorea durante la noche).
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La sal ayuda a deshacerse del mal si de repente alguien “con malas intenciones” ha visitado (simplemente arroja una pizca por la puerta).
Ahora siempre tengo un suministro de sal en casa, ¿y si el vecino viene con malas vibras?
3. «¿No sabes qué hacer? Primero toma un té»
Esta sencilla verdad me ha salvado de muchas decisiones tontas. Antes, en medio de la emoción, podía hacer de todo: gritarle a alguien, comprar otro gadget de cocina innecesario (oh, esa sartén con forma de corazón fue una gran idea…), o enviar un mensaje demasiado comprometedor.
Ahora, tan pronto como todo empieza a hacerse un caos en mi cabeza, recuerdo el consejo de mi abuela, preparo una taza de té masala (bueno, está bien, té regular sin azúcar) y simplemente espero. Después de 10 minutos, las emociones se calman, y el mundo ya no parece tan aterrador.
4. «Lávate las manos y la vida se arreglará»
Este consejo no lo entendí hasta que empecé a madurar. Luego entendí: lavar las manos es más que solo higiene.
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¿Discutiste con alguien? Lávate las manos, y el negativismo parece desvanecerse.
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¿Te sientes ansiosa? Abre el grifo y simplemente sostén tus manos bajo el agua.
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¿Cansada? Frota tus manos con jabón aromático y realiza un mini-masaje.
Ahora tengo los jabones más aromáticos en mi baño, porque mi abuela tenía razón: la energía fluye a través de las manos, y mejor que sea limpia.
5. «No comas dulce por la noche, o tendrás pesadillas»
Ah, si hubiera escuchado este consejo antes… Pero no, mis dulces antes de dormir eran un ritual sagrado. Y luego me sorprendía cuando soñaba que me perseguía un gigantesco pastel de chocolate con ojos.
Ahora llevo a cabo un experimento: dejo de comer dulces antes de dormir y… ¡oh, maravilla! Duermo mejor, no tengo pesadillas, y por la mañana ya no me siento hecha polvo.
Conclusión: las abuelas no dicen estas cosas porque sí, y desde un punto de vista médico, incluso tiene sentido.
6. «A veces es mejor quedarse callado»
Oh, este consejo me ha salvado de muchos conflictos. A veces tengo la lengua lista para intervenir, especialmente si alguien ha dicho tonterías. Pero mi abuela siempre decía:
«Si puedes callar, calla. Deja que la persona descubra las cosas por sí misma».
Y es cierto, cuántas veces podría haber discutido y luego arrepentirme. Pero si me callo, la situación se resuelve sola. Claro, lo importante es no exagerar y no quedarte callada cuando es necesario hablar. Aquí hay un equilibrio delicado.
7. «Vive para ti misma»
Mi abuela vivió muchos años para la familia, los hijos, el trabajo. Y luego un día dijo:
«Sabes, no se puede olvidar de uno mismo. Mientras vivas, vive también para ti».
Esto fue una verdadera revelación para mí. Siempre pensamos en los demás: la familia, los hijos, los amigos, el jefe. Y nos recordamos a nosotros mismos en último lugar. Pero nadie nos dará una segunda vida para ponernos al día.
Ahora puedo gastar un día sin culpa en mi libro favorito, una caminata, un manicure o simplemente no hacer nada. Porque mi abuela tenía razón: primero vive para ti misma, y luego para los demás.
8. «Valora la época en la que vives»
Mi abuela siempre contaba cómo en su juventud no había lavadoras cómodas, teléfonos ni tiendas en línea.
«¡Ni te imaginas lo fácil que lo tienen ahora!» — decía.
¡Y es cierto! A menudo nos quejamos: «Oh, las redes sociales me irritan», «Oh, antes era mejor», pero no nos damos cuenta de las comodidades.
Ahora trato de agradecer más al destino por vivir en una época donde puedo pedir alimentos a domicilio, lavar la ropa con solo presionar un botón y ver películas a cualquier hora. ¿No es esto un milagro?
Conclusión: los consejos de las abuelas no son solo palabras vacías
Así es, chicas. De niñas, solo me encogía de hombros, pero ahora entiendo que la abuela no solo hablaba, ¡transmitía los secretos de la supervivencia!